lunes, 24 de diciembre de 2012

Madrid,11 de dicembre del 2012

En agosto del 2012 empecé a acercarme a través del volutariado a la realidad de las personas para las que el cielo es el techo de su casa. Desde entonces, todos los lunes visito a personas que se ven obligadas a dormir en la calle.


 
"El que ha desplazado la montaña es el que empezó quitando pequeñas piedras"

 

 Sobre persona que lo pierden todo he escrito más AQUÍ
 
* Todos los artículos de este blog, recogen mis experiencias personales y mi manera de interpretar aquello que vivo, la cual no tiene porque coincidir con la del resto de personas que me lean. No pretendo ofender a nadie, esto es sólo el reflejo, de una forma de sentir.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Pequeña historia escolar

Este post  es el relato de una experiencia personal vivida por el profesor de primaria Antonio Ferrándiz.

"A niños y niñas en sus primeras etapas de existencia, también después, cuando son adolescentes, e incluso en el inicio de su juventud, les vendemos el modelo del mundo adulto como el objetivo prioritario a alcanzar en sus vidas. Parece como que en realidad no son todavía personas y como si sus intereses y todo lo que configura su mundo, fuera un universo por construir y sin identidad propia. Toda la naturalidad y espontaneidad de esas etapas vitales las vamos dejando por el camino y no por gusto sino como rituales de paso, todos los comportamientos posteriores a esos periodos que se identifiquen con los mismos suelen resultar sospechosos hasta tal punto, que pende en el ánimo de quienes tengan el atrevimiento de no despojarse del todo de ese halo infantil el riesgo de ser tachado de “inmaduro”.
Y esto es una pena porque nuestra vida se va viendo condicionada por ese “qué dirán” que tan poco tiene que ver con el ámbito de relaciones que establecen niños y niñas hasta llegar a su juventud, y lo es porque es fácil comprobar cuántas veces su ejemplo sí que es un verdadero modelo a seguir.

Os cuento una pequeña historia:
Hace unas semanas empecé a trabajar en un colegio como tutor de 6º de Primaria. A los pocos días estando en el comedor observé a un niño de unos 9 años colocando vajilla y cubiertos en las mesas, la tarea la realizaba muy diligentemente, desde luego sin nada que denotara malestar o incordio por ello y eso ya llamó mi atención, así que di por hecho que el chaval lo hacía voluntariamente. Pasados unos días volví por el comedor y allí estaba de nuevo todo hacendoso colocando la cacharrería, pero en esta ocasión reparé en él identificándole como un alumno de origen rumano que días atrás fue a mi clase para llevar el desayuno a un compañero de 6º. De aquel encuentro en mi aula deduje por sus maneras que era un chico espabilado y resuelto, ello a pesar de que todavía presenta dificultades para comunicarse en nuestra lengua.
Pues bien, hoy por tercera vez y ya pasadas tres semanas desde la primera, le he visto de nuevo en el comedor, a su faena, que realizaba con esmero y dedicación absoluta. Pero su continuada presencia ya no me ha parecido casual, ni mucho menos voluntaria, lo que me ha llevado a preguntar a una compañera el por qué de la misma, y entonces me ha confesado con un tono de discreción que ya denotaba un asunto grave, que nuestro alumno había robado el móvil al profesor de Educación Física. Él se ha percatado de que estábamos hablando del tema y un gesto de inquietud se ha reflejado en su expresión. Casualmente la compañera se ha ido y me he visto a solas con el muchacho y no he podido evitar llamar su atención para que se acercara. Le he preguntado qué había pasado a lo que me ha contestado aceleradamente, como para pasar rápido por el asunto, tratando de explicarme lo sucedido; se sentía incómodo, obviamente, pero no obstante no vacilaba en sus respuestas como asumiendo su culpabilidad sin complejos y en ese momento he comprendido que el chaval todos esos días en los que debía estar en el comedor colocando las mesas, como castigo a su acción, lo hacía feliz, casi con gratitud por la oportunidad que el castigo le daba para reparar su grave falta, y allí sintiendo mi brazo apoyado sobre sus hombros tratando de transmitirle el máximo cariño el niño se erguía con la dignidad de quien asume su error y sus consecuencias y de verdad que me ha parecido una persona extraordinariamente hermosa.
Estamos en días prenavideños y los colegios bullen en actividades propias a estas fechas y sin duda ha sido la sincronicidad, que actúa siempre para desvelarnos ciertos misterios de la vida, la que ha obrado para que hoy tuviéramos una salida a la iglesia cercana para ver un nacimiento realmente precioso, y ya allí, dentro del recinto, de nuevo he coincidido con el protagonista de esta historia y juntos hemos realizado la visita, después nos hemos sentado en un banco y me ha dado por hablarle, suave, y tratando de poner ternura en mi tono para decirle que entendía lo que le había pasado. Que claro, continuamente ante nuestra vista se nos ofrece como un gran escaparate, un sin fin de maravillas que deseamos poseer pero que no tenemos y que nos pueden hacer caer en las  peores tentaciones, que en realidad él no era tan culpable y que por tanto, una vez se había sentido tan arrepentido, no debía preocuparse más por la cuestión.
Me he levantado para atender al grupo mientras veía al niño que se acercaba hacia el altar de la capilla en la que nos encontrábamos, yo ya le he observado con despreocupación y con esa complacencia vanidosa de los adultos cuando no sentimos satisfechos por creer que hemos hecho una buena acción de redención con un discípulo. Pero al cabo de unos breves instantes, una niña me ha llamado la atención para decirme que R (nuestro niño) estaba llorando, me he acercado a él, no sin inquietud, y le he preguntado qué le pasaba, la imagen era del todo conmovedora, allí delante del crucifijo, con sus manitas en los bolsillos con un aspecto de desamparo, el chavalín dejaba correr sus lágrimas desconsoladamente, me he arrodillado para tratar de calmarle, al preguntarle de nuevo su vocecita ha dejado escapar estas palabras “profe me siento muy mal, porque me siento muy malo y yo quiero ser bueno”.
Trato de hacerlo ahora, pero en realidad la  escena era  indescriptible, y de una emoción tan profunda que tres compañeras del crío, que alertadas por lo sucedido, rodeaban al muchacho, se han abrazado a él llorando a lágrima viva y yo me he unido al grupo sin poder evitar reprimir las mías, y he sentido que su culpa era nuestra culpa, la de esta sociedad que condena a familias a dejar sus lugares de orígenes para tratar de ganarse la vida lejos de sus patrias y a niños que se ven marginados y desubicados tratando de integrarse en un espacio en un entorno que no es el suyo.
Él, sin duda, robó el móvil, asumió su culpa y su castigo, no el de un mes en el comedor, sino el de su remordimiento, el mismo que siento yo por ser partícipe de esta atrocidad materialista que hace que vivamos tan lejos de los verdaderos valores de humanidad, solidaridad y compromiso con nuestros prójimos"

sábado, 15 de diciembre de 2012

Personas buscando personas

Personas buscando a otras personas fuimos anoche. Gracias a Dios  no hizo el frío que esperábamos  ni tampoco llovió. Y estuvisteis casi todos en vuestro sitio. "Colocados". Ocupando vuestro lugar en esta ciudad. Debajo de los puentes, de los soportales, acurrucados en los cajeros automáticos de esos bancos que nos desangran. Gracias por estar ahí muchachos porque es difícil contar lo que anda desordenado.


Dentro de unos meses seréis un número más en las estadísticas. Seguiréis durmiendo en la calle, pero apareceréis en varios informes y en algunos medios, aunque la realidad habrá cambiado, aunque algunos ya estéis muertos, o resguardados con un poco de suerte, bajo algún techo. Seréis una cifra más de esas que intentan ordenar este caótico mundo. 6.000.000 de parados en España.  9.000.000 de personas viviendo en la pobreza, 50.000  deshaucios en el último año, 40 mujeres muertas a manos de sus parejas…
 
Todos formamos parte en cada etapa del camino de uno o varios de estos cómputos que intentan explicar lo que somos. Sí…definirnos es algo en lo que gastamos cientos de horas a lo largo de nuestra existencia. Por eso os tuvimos que hacer tantas preguntas anoche, para que os cataloguen en el lugar que os corresponda, y meteros después en el que creemos más adecuado.



Clasificar: Ordenar o disponer por clases o grupos.

Sinónimos: ordenar, organizar, separar, catalogar, encasillar.

Estad contentos, quizás vosotros no notéis la diferencia, pero en esta sociedad,  si no formas parte de alguna de las medidas que hemos invetado, es como si no existieras.

Nos dijeron que os buscaramos y os hicieramos una serie de preguntas con el fin de indagar sobre vuestra situación y poder mejorarla en el futuro. Parece ser que las estadísticas ayudan a conocer la realidad, y también añadaría yo, a controlarla. Y a dividirla.  Seguimos teniendo mucho miedo al caos. Y nos hacen creer que es vuestra situación  un pequeño caos que hay que restablecer a su antiguo orden de alguna manera.


Caos: Estado de confusión y desorden en que se hallaba la materia hasta el momento de la creación del cosmos
Sinónimos:  desconcierto, desorganización, anarquía, embrollo, enredo, lío, vorágine. 
Tantas preguntas y sin embargo... yo ví porque estuve atenta, que lo que buscábamos los 800 voluntarios que salimos anoche a la calle no eran números, eran personas. Estaba sorprendida, mirando a toda esa gente, jóvenes y adultos que habían acudido a la llamada de las organizaciones con las que colaboraban para llevar a cabo el VI recuento de personas sin hogar. Una noche que prometía ser fría y larga, pero allí estábamos todos los que creíamos que comprometernos con aquello era importante. Varias veces en el transcurso de la noche me pregunté que era o que hacíamos 800 personas a la una de la mañana caminando por las calles casi desiertas de todos y cada uno de los barrios de la ciudad de Madrid. Con ese cuestionario en la mano, que a muchos  nos parecía absurdo por excesivo e inquisidor… con miedo a que alguno de vosotros nos pasarais desapercibidos, temiendo que si no os contábamos, y no aparecíais como número en el futuro informe, sería como si no existierais…

Una persona de las que visitamos los lunes en nuestro voluntariado
 Recuerdo a la que chica se nos acercó. “¿Sois los que estáis haciendo el recuento? Es que acabo de llegar de la Universidad y no me he podido apuntar, ¿me puedo unir a vosotros?”

Recuerdo al policía que nos marcó en el mapa pacientemente los lugares dónde os solían ver.

Recuerdo nuestra atención y convencimiento en lo que hacíamos. La disposición de los VOLUNTARIOS, su sensibilidad.

La certeza de que si por cada persona que ha caído en situación de calle hubiera dos personas más con la voluntad de sacarles de ella…

Y dentro de unos meses saldrán los datos de los cuestionarios que rellenamos ayer, pero vosotros no os enterareis y la concejalía de asuntos sociales habrá cumplido un año más. Y todos estaremos un poco más "tranquilos", un poco más seguros y también controlados. A pesar de que la mayoría llevamos suficientes años en este mundo como para saber que visibilizar un problema en números de poco sirve para mejorarlo. Pero se hablará de ello, porque la realidad que se contabiliza existe, la que no se cuenta no.

Personas buscando a otras personas  fuimos  anoche pero las cifras que buscábamos nos separarán. Y en el momento que las leamos nuestro cerebro hará la división: "5000" personas en situación de calle. “No, yo no estoy ahí, yo no formo parte de esas cifras”. Y sin embargo, anoche mientras conversábamos con vosotros, como hemos hecho tantas otras veces, no sentíamos esa separación. Hablando de nuestras familias, nuestros ideales y creencias, del frío que hacía, de los viajes hechos y por hacer, de las injusticias de estos tiempos... En esas conversaciones no hubo margen para la indignación, sólo para compartir aquello que teníamos en común.

 Y si querido amigo voluntario esa y otras noches dormiste mal, si has vivido la angustia de volver a tu casa y no saber que sientes por tener una cama en la que dormir mientras hay tanta gente sin ella, es porque algo en lo más profundo de tu ser comprende que esa realidad que acabas de ver, no es otra que la tuya propia, y que nos separen de ella es la causa de todo nuestro malestar.

Cuando salgan los números que nos dividirán, no olvides ponerles cara. Porque solamente personas buscando a otras personas fuimos anoche.

La pregunta que no pude responder esta vez fue? ¿Contamos la realidad para mejorarla o para controlarla?
 

* Todos los artículos de este blog, recogen mis experiencias personales y mi manera de interpretar aquello que vivo, la cual no tiene porque coincidir con la del resto de personas que me lean. No pretendo ofender a nadie, esto es sólo el reflejo, de una forma de sentir.

domingo, 2 de diciembre de 2012

"Lo he perdido todo"

Hace unos días tuve un encuentro extraordinario. El acontecimiento causante de que empiece hoy este nuevo blog. Esta historia es real y se la dedico a Adama su protagonista que no ha dejado de estar en mi mente desde que la conocí.

Esa mañana me sentía mal. A las 12 del mediodía caminaba hacía un centro comercial con la idea de comprarme “algo” con lo que pudiera grabar todo aquello que venía conmoviéndome en los últimos meses. Quería grabar todo eso que creaba asombro e indignación a mi alrededor como ya hiciera en Perú, pero mi mente estaba en contradicción.  Comprar  un nuevo objeto con el que gastar el tiempo, ¿para qué?

"Oye, perdona ...  espera por favor, no te vayas... espera"

Una mujer africana de mediana edad se había parado en mi camino interrupiéndo de pronto mi discurso interno. Me miraba fijamente mientras buscaba las palabras exactas que quería pronunciar. Esperé pues me parecía que lo que intentaba contar era importante, y después de unos segundos dudando consiguió hablar: " un momento…¿me puedes decir dónde está el colegio para aprender?"

 Me quedé muy desconcertada porque el lugar en el que nos encontrábamos estaba lejos de cualquier colegio y además era sábado.

“perdona, ¿qué colegio?”

 Ella, una mujer de 40 años, bien vestida, pelo corto, me miraba buscando una respuesta a algo que yo no lograba entender."¿vives aquí cerca?" le pregunté. "no lo sé... lo he olvidado" me dijo.  Me dí cuenta de que estaba desorientada y perdida, en medio de un lugar que no reconocía. No había nadie más caminando por allí. A nuestra derecha un descampado, a nuestra izquierda pisos residenciales. En medio nosotras, encontrándonos.

No sabes dónde estás, ¿vives en este barrio?…”

No era capaz de darme una respuesta con sentido. Me angustié.Debe ser horrible la sensaciónde no saber dónde estás pero a ella le dije que no se preocupara y que me dejara su teléfono para intentar llamar a alguien de su familia.  Y mientras lo encendía, recordé que muy cerca de allí se encontraba el albergue del Pinar de San José, que da cobijo a personas sin hogar...

"¿Estás buscando el albergue del pinar de San José? ¿quieres ir allí?
"no,no allí sólo duermo. Sólo estoy por las noches"

 Había algo extraño en su discurso, era un sábado muy frío por la mañana y de pronto me pareció que yo había llegado hasta allí ese día con mi angustia sólo para encontrarme con ella.

"¿Cómo has llegado hasta aquí?"
" He cogido el autobús  pero no sé dónde estoy. Estoy muy cansada, yo solo...necesito descansar. "  

Tenía dificultades para expresarse en castellano asi que la pregunté:"est ce-que  tu parles français?"
Sí, lo hablaba, se llamaba Adama y era de Senegal. Y de pronto aquello que bloqueba su mente se soltó y empezó a responder a mis preguntas en su lengua.

"Soy de Dakar.En mi país era enfermera.Viene hace cuatro años a trabajar a España. He estado cuidando ancianos, estuve un años haciendo eso, hasta que el anciano a quien cuidaba murió...y después ya no encontré nada, no sé que ha ocurrido en mi vida para llegar a estar situación"

Y dió igual las veces que hubiera escuchado una historia parecida. Cuando Adama  se calló, no supe que decir, porque todo me resultaba banal: la sociedad que permitía algo así, lo material y lo inmaterial, las preocupaciones de ayer y las de hoy, todo me parecía absurdo,  como si por un momento el lugar del mundo en el que me encontraba me hubiera desplazado de golpe hasta hacerme perder el equilibrio y ya no supiera bien dónde estaba, porque en realidad daba igual.

"Yo... no sé como he llegado a esta situación, ce ne pas posible, ce ne pas posible... J'ai tout perdu".

"Lo he perdido todo" lo repetía una y otra vez, y una sucesión de imágenes atravesaban mi cabeza a la vez que me agarraba el corazón un fuerte sentimiento de injusticia, pues en aquel momento en que la vida nos juntaba a las dos, yo no podía devolverle a esa mujer nada de lo que había perdido.

 "Tengo dos hijos mayores que viven en París. Mi familia está separada... Yo sólo quiero un trabajo y una casa...no quiero nada más... quiero volver a reunir a mi familia. ça me rendre folle. No entiendo...como he llegado a esta situación, es una locura"

Ahora su discurso era perfecto y coherente y ya no quedaba ni rastro del aturdimiento en el que la había encontrado. "yo sólo quiero un trabajo y una casa" ¿cúantas veces había oído eso en los últimos meses? ¿y cúantas veces me lo había repetido a mi misma en este tiempo?
Hacía frío, allí paradas con nuestros abrigos  temblábamos las dos asi que le dije que si quería podíamos coger el autobús que la llevaba muy cerca del albergue, o si prefería podíamos caminar tranquilamente hasta allí. Su cara se iluminó y me dijo "prefiero andar" La cogí del brazo y muy pegaditas las dos avanzamos en nuestro camino.

 "He pedido la repatriación y me han dicho que en marzo quizás. Aquí no tengo amigos, mis compatriotas me han abandonado. No conozco a nadie. Yo sólo quiero un trabajo...en Senegal pagan muy poco, no se puede vivir con eso...No entiendo cómo he podido llega a esto... No tengo casa, aunque nunca he tenido que dormir en la calle afortundamente…"

Mi mente se dividió. Una parte estaba allí con ella pero la otra...la otra retrocedió en el tiempo y se fue a Senegal.  Y la vi en Dakar hace 20 años criando a sus hijos, con la ilusión de tenerlos en brazos, quizás sólo tenía eso, pero ya era mucho más de lo que tenía ahora. Me la imaginé bailando con sus amigos, casándose, trabajando, dando un abrazo a su madre. Me la imaginé joven, como ahora soy yo, con sueños e ilusiones, vi sus esperanzas de venir a Europa, de querer mejorar su vida, y me pregunté qué es lo que había pasado en los últimos cuatro años para que en ese momento estuviera a cientos de kilómetros de su cálido país, lejos de todo lo que le era  familiar, y sin una persona que la acompañara a su habitación. Me pregunté que había hecho esa mujer de erróneo  para no tener una cama para descansar cuando lo necesitaba. Porque nos abanadonábamos así los unos a los otros.

Seguimos hablando de cualquier cosa, de la falta de medias en sus pies, de lo que había desayunado aquella mañana y de lo dicífil que estaban las cosas en España. Yo colgada de su brazo... todo me parecía tan normal que imaginé que en otra vida quizás habíamos sido amigas.

 "No puedo trabajar. No sé que me pasa, a veces mi cabeza no está bien, no comprendo que le ocurre, hace eso..." 
"¿quieres decir que se te olvidan la cosas, como antes...?"
"sí..."
Su mente se volvió a parar. "¡Mira los niños!que bonitos!"  estaba extasiada"¿te gustan los niños?" "siiii" su mirada se había vuelto a perder y sentí que nos separábamos "Estamos cerca del albergue", le dije "¿sabes llegar desde aquí?" me miró  y me dijo. "Sí, sí, muchas gracias. Gracias"

Parecía contenta, era probable que en ese momento siguiera sin saber dónde estaba, pero su ánimo parecía en calma. Le di un fuerte abrazo y dos besos “ánimo” le dije aunque cuando lo hice sentí que me dirigía  más  a mí que a ella.

Retomé mi camino, con la imagen de Adama acompañándome. No miré atrás, pero fantaseé con que justo en ese punto dónde yo la había dejado, llegaba otra persona a recogerla y la ayudaba a entrar en el albergue. ¿No debería ser así? La exclusión empieza a producirse cuando ya no hay nadie esperándonos en el mismo lugar dónde la última persona nos despidió.

Y  yo ya no estaba triste ni confundida, tampoco contenta, más bien tranquila, en el centro de dónde debía estar "¿Era aquello autocomplacencia?" me dije, no, sólo que lo que yo necesitaba aquella mañana no era una cámara nueva, era compañía, y la encontré en aquella mujer durante unos minutos.

Pensé en que más hubiera podido yo ofrecerle como ser humano a Adama, y acepté por primera vez de una manera como no lo había hecho nunca antes, que  no podía ayudar a todas las personas que se cruzaban en mi camino, pues no dispongo ni de la capacidad ni de los recursos, ni de la energía necesaria para ello. Tan claro era esto para mí como el hecho de que, sin embargo, lo que sí podía hacer era escribir sobre ellas, darles voz y  hacerlas visibles.

Porque todos merecemos estar presente en la memoria de otras personas sea cual sea nuestra circunstancia...
                                                               Palabras para Adama...

La única pregunta que ese mañana no pude responder fue:
Siete mil millones de seres humanos en el mundo, ¿Y cuántos de ellos sintiéndose solos?

 De personas deshauciadas escribí más AQUÍ 

* Todos los artículos de este blog, recogen mis experiencias personales y mi manera de interpretar aquello que vivo, la cual no tiene porque coincidir con la del resto de personas que me lean. No pretendo ofender a nadie, esto es sólo el reflejo, de una forma de sentir.