miércoles, 20 de febrero de 2013

Teatro para los niños, felicidad para mí

Desde hace cinco años he intentado que una parte de mi trabajo dentro del ámbito social sea dar clases de teatro a niños. Lo hice en Bruselas por primera vez y continué en Madrid. En Perú busqué dónde hacerlo mucho antes de llegar y se convirtió en una de las mejores experiencias que tuve allí. Ahora trabajo para una conocida ONG como educadora y como por azar, una de mis actividades es dar clases de teatro a niños de 6 años.  Y cada día cuando acabo me reafirmo en mis sentimientos: de todos los trabajos que he realizado en mi vida, dar clases de teatro a niños sin duda ha sido y es, el mejor.
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Subir las escaleras de camino a la clase debe ser un juego. Llegar hasta la puerta es otro más. Entrar a la guarida-clase requiere una contraseña para que la mano-manivela  de la profesora se abra...

Escuchadme, quiero saber cómo os sentís. Escuchad a los compañeros, quien quiera hablar debe tener la pelota en sus manos. Esta será nuestra voz.

"¿Qué tal estás Víctor? ¿Has tenido un buen día hoy?"
"No"
"¡Oh! ¿Qué ocurrió?"
"Que mi padre me ha pegado un tortazo en la comida"
"ah...¿Y eso, porqué?"
"Es que me manché de kétchup sin querer y me pegó en la cara"
Mutis de la profesora.
Que no puede regañar al niño por haberse manchado, ni tampoco hablar mal del padre delante de él.
"Ya entiendo… ¿Te ha hecho daño?"
Que no puede coger al padre a  la salida del colegio para decirle “oiga usted, no sé qué normas rigen en su país, pero en este en el que está viviendo, no se pega un tortazo a un niño de seis años al que se le ha caído un poco de kétchup en el jersey"
"Bueno, una mancha de kétchup en la ropa no importa, ¿verdad? Además lo hiciste sin querer"

Pero la clase debe empezar antes de que cada niño desee fervientemente contar su anécdota particular con el kétchup. La profesora piensa que estas conversaciones del inicio les demoran demasiado casi siempre. Todos los niños a esa edad están ansiosos por hablar, contar cualquier cosa que nada tenga que ver con la pregunta que se les ha planteado.
"¿Sabéis lo que es la violencia?"
"Sí"
"La guerra"
"Pelearse"
"Pegarse"
"Eso es. Hacer daño a los demás o a uno mismo. También insultar. Puedes hacer daño insultando y gritando a otra persona. "
"¿Y sabéis lo que ocurre en el cuerpo cuando gritamos e insultamos? Que el corazón empieza a latir muy deprisa. Nos sentimos nerviosos y veis la pata de esta mesa de hierro? ¿está dura verdad? Pues todo nuestro cuerpo por dentro se pone así cuando nos enfadamos"
"Sí, el corazón empieza a latir así, profe, pum pum pum."
"El corazón se asusta de lo que está ocurriendo en nuestra cabeza y reacciona. A los adultos también nos pasa. Y a veces nos enfadamos mucho entre nosotros, y nos decimos cosas que no deberíamos decir."
"Como el padre de Víctor y la madre de Jesús en el patio"
Casi todos habían sido testigos de lo ocurrido minutos antes en la entrada del colegio. Detrás de la puerta había un tumulto de niños esperando impacientes a entrar, y algunos padres acompañándolos impacientes también porque sus hijos entraran. “Papá Jesús me ha empujado”. La cara angustiada de Víctor eso sí lo advirtió la profesora y también la del otro ,el empujador, victorioso y bien sujeto a la puerta, para ser el primerito en entrar. Nada había de excepcional en la escena salvo el denigrante comportamiento que en esos momentos empezaron a tener los padres de ambos niños.

 "¿Quién te ha empujado, Víctor, dime quien?"

Todo ese cruce de palabras había sido demasiado rápido y absurdo como para impedirlo. “si le tienes que pegar Jesús, le pegas. Tú defiéndete” Las palabras de ambos progenitores caían como piedras sobre el grupo de niños, que perdido su habitual protagonismo, contemplaban la escena sin intervenir “a quien va a pegar, joder. Victor si te pega él a ti me lo dices. A mí hijo no le tocas” y la madre una gitana  jovencísima: “No seas tonto Jesús, si te hace algo le pegas, tú defiendete” . Seis años. Y todos los niños alrededor mirando callados, escuchando esa oda a la violencia.
 La profesora continuaba atónita al otro lado, sin acabar de comprender la historia, con las llaves de la puerta en la mano, dudando. Porque no es la maldita hora y no tiene muy claro si puede abrir o no, pero hay dos padres peleándose, con sus cuerpos y sus cabezas sobresaliendo por encima de la de los niños que les miran aprehendiendo todos los detalles de la escena. Y la profesora siente el movimiento de sus cerebros normalizando la violencia.

"Yo una vez escuché gritos en mi casa por la noche. Pensé que mi madre gritaba por el futbol.  Me levanté y vi a mi padre encima de ella en el suelo pegándola. Y mi madre gritaba y tenía sangre aquí"
"Y te asustaste"
"Sí, me latía el corazón muy rápido"
"¿Y qué hiciste Sergio?"
"Me metí en la cama otra vez"
"¿No avisaste a tus hermanos mayores?"
"No"

La profesora busca las palabras adecuadas. Porque Sergio vive con su padre todavía y es el señor que viene a buscarle de vez en cuando, tan elegante él. El mismo señor que le da un beso al recogerle y le lleva de la mano hasta su casa.

"Creo que tu padre se puso muy nervioso, no se daba cuenta de lo que hacía. Seguro que a él le latía también muy rápido el corazón. A veces…los adultos hacemos cosas que están muy mal. Perdemos el control de nuestra cabeza y de nuestro corazón. Tienes que darle muchos besos y abrazos a tu padre Sergio. Cuando una persona hace daño a otra es porque tiene mucho miedo"

Vamos a empezar la clase, luego hablamos otro ratito. “¡Pero yo también quiero decir algo!” “Pero Gina, no podemos pasarnos la clase de teatro hablando”. “¡jooo!” O  tal vez sí, piensa la profesora, "¿porqué no podríamos pasarnos la clase hablando si es lo que deseamos?" Dejarles hablar hasta que se cansen, dejarles hacer lo que quieren por una vez.

“Todos de pie, vamos a cantar las normas muy alto. Inventemos un ritmo nuevo. Movámonos mientras las cantamos. Sergio ven aquí! Vamos a cantar las normas. Walid, Walid! ¿quieres venir de una vez que te estamos esperando para empezar?”
Círculo. “Cojámonos la manos como hermanos” canta siempre la profe medio en broma. Y empieza a explicar el juego, con un balón rojo en la mano. “Es un juego de concentración en el que hay que estar muy atentos. Así que abrid bien las orejas para escuchar la explicación”. Y mientras explica no lo puede evitar, vuelve a su cabeza la imagen del padre sobre la madre  sujetándola contra el suelo, y la mirada de Sergio detrás de su espalda. Y el ruido de su corazón llenando todo el espacio. También vino la policía dijiste una vez. ¿Fue aquella vez?
Si no estamos atentos, se nos caerá el balón al suelo. Si ocurre querrá decir que no estamos concentrados, entonces empezaremos a contar de nuevo desde el uno. ¿Esto es un círculo o un churro?”  Belén había salido del círculo hacía algún lugar de la clase que ella consideraba más importante que “el churro”. “Belén, ¿por qué estás debajo de la cara triste? “Porque ningún niño te escucha” “Belén… tú tampoco me escuchas, hace un rato que no estás en el círculo”

Vamos a empezar. Los niños se miran a los ojos antes de decidirse a lanzar la pelota al compañero, se demoran en elegir, les gusta hacerlo así. Rápido Sergio, lánzala. Concentración. Miraos a los ojos. Hace falta mirar a los ojos primero David, y no lanzar hasta que la otra persona te mire. ¡Mírame! Y no vale apartar la mirada. Y la mancha de kétchup tan roja como la mejilla del pequeño Víctor. Sus grandes ojos negros y su cabeza rapada. Y lo bien que se le da hacer de marioneta, como se abandona, como confía a sus 6 años. Que no le importa tirarse hacia atrás aunque las manitas de sus compañeros fallen. Y sus piernas parecen de trapo en los brazos de la profesora, y sus brazos puro chicle. Ni pizca de miedo. Y la profesora observa en los niños esa cualidad, y piensa en qué es lo que ocurrirá a partir de aquí y hasta los treinta, para que ya no confíen, para que ya no se tiren de espaldas sin saber si alguien les sujetará. Para que se conviertan por dentro en una barra de hierro, como la de la pata de la mesa. Para que sus cabezas manden en sus corazones. Para que sus corazones no puedan parar si se lo ordenan sus cabezas. Será la torta en la cara porque te manchas de kétchup. Y ya no quieres tirarte para atrás, porque has aprendido que el suelo duele tanto como las tortas con sabor a kétchup.

El grupo consigue pasarse la pelota sin que se caiga hasta diez veces. El entusiasmo descontrolado da al traste con el círculo. Y después del alboroto y patinadas por la clase que acaban con  todo el grupo de niños por el suelo, la profesora consigue que rearmen en círculo de nuevo. El timbre del cuenco tibetano ha sonado y eso significa pausa, significa "sentaos". Cambio de ritmo. Estatuas. “es el momento de la relajación” dice la profesora, pero todos quieren ir al baño. A la teacher siempre se le olvida hacer un descanso, tan emocionada está ella viendo a los niños actuar, accionándolos. Al principio pensó en poner una hora concreta para hacer la pausa, pero los ritmos fisiológicos de los niños a esa edad no entienden de horarios, así que basta con que alguno le diga: "necesito ir a hacer pis", para que ella considere oportuno y necesario hacer un descanso. Además hace tanto calor en la clase que ingerir agua con frecuencia es imprescindible “ Daniela! ¿Cuántas capas de ropa llevas? Quítate una más, estás sudando. Voy a tener que hablar con tu madre, se debe pensar que vas al polo norte a hacer teatro”. “¡Yo también tengo calor profe!” “Quitaos todo eso, parecéis cebollas! ¡tres mangas largas! Os voy a llamar cebollitas. ¿no sabéis que las cebollas tienen muchas capas? El próximo día traeré una y os lo enseñaré. Pues vosotros sois como cebollitas con vuestros innumerables jerséis y camisetas una debajo de otras” “¡Qué no profe, que yo no soy una cebolla!”

“Vamos a tumbarnos boca arriba y a respirar muy profundo. Vamos a poner toda nuestra atención en nuestro estómago que sube y baja cada vez que respiramos. Vamos a contar las veces que respiramos. No te muevas Daniela, he dicho boca arriba. Escuchemos la música. Imaginemos que después de esta clase vamos a hacer algo que nos gusta mucho. Jesús, Javi dejad de reíros, es el momento de la relajación. Imaginemos ahora que perdonamos a alguien que nos ha molestado o hecho daño. Vamos a imaginar cómo le decimos “te perdono” y como le abrazamos. Víctor cierra los ojos. Vamos a pensar en una persona a la que queramos mucho, vemos sus ojos, su cuerpo, como va vestida. Imaginamos que la abrazamos muy fuerte y que ella nos sujeta”


* Todos los artículos de este blog, recogen mis experiencias personales y mi manera de interpretar aquello que vivo, la cual no tiene porque coincidir con la del resto de personas que lean mis palabras. No pretendo ofender a nadie, esto es sólo el reflejo, de una forma de sentir.

domingo, 10 de febrero de 2013

Que es meditar y que no

No es…
La meditación no es una religión.
La meditación no es un acto de fe.
La meditación no es algo misterioso.
La meditación no es para unos pocos.
...
El objetivo de la meditación no es relajarse.
La meditación no busca llegar a una experiencia metafísica.
Meditar no es separar mente y cuerpo.
...
La meditación no te cura de nada.
La meditación no es la solución.
Ni tampoco es la respuesta.
...
No meditas para sentir.
No meditas para no sentir.
No meditas para recordar.
No meditas para pensar.
No meditas para hacer méritos.
...
 Meditar no es huir del mundo.
La meditación no es adormecerse.
La meditación no es apartarse y dejar de actuar.
La meditación no es conformarse.
ni luchar contigo mismo, para aplacar tus pasiones.

Sí es…
Meditar es ver.
Meditar es parar un momento.
Meditar es darte cuenta de que ya eres feliz.
Meditar es darte cuenta de que ya estás en paz.
...
La meditación es un experimento  de observación de la conducta y la conciencia humana.
La meditación es un entrenamiento de la mente.
Meditar es observar: Observación del cuerpo, de la mente  y de las sensaciones.
...
Meditar es no juzgar lo que ves, piensas y sientes cuando estás meditando. (No es ¿por qué yo? ¿por qué a mi? ¿qué es eso que siento? ¿Por qué soy así? )
Es mirar cómo llegan y desaparecen sensaciones, pensamientos y dolores.
Es aceptar la impermanencia de todos los fenómenos.
...
Meditación es alta concentración, atención plena.
Estar muy atentos en este momento.
...
Meditación es quietud.
Meditación es respiración.
Aquí y ahora.
...
La meditación es una experiencia personal.  
...
La meditación te impele a actuar.
La meditación te despierta.
La meditación es para todos.
...
En la meditación trabajas la constancia.
En la meditación cultivas la paciencia.


Y también…
Te vuelve a conectar a todo lo que creíste estar desconectado.
Te da clarividencia.
Te vuelve compasivo.
Te aleja del miedo.
Te acerca al amor.
MEDITAR EN MADRID...
MEDITAR EN EUROPA
MEDITAR EN TAILANDIA
MEDITAR EN PERÚ
http://quehagoaquienperu.blogspot.com.es/2011/08/meditar-en-lima.html


" La mente es muy difícil de percibir, extremadamente sutil, y vuela tras sus fantasías. El sabio la controla. Una mente controlada lleva a la felicidad"

Sobre la conciencia

"El problema duro de la conciencia" en la meditación


Desde el día 21  de agosto he estado sola. He limitado mis relaciones sociales expresamente, aunque no tanto como hubiera gustado, y me he dedicado a la práctica de la observación en mi vida diaria. Hacía mucho que deseaba estar sola, sin nada que hacer, y sin ninguna responsabilidad ni para hoy ni para mañana. Una oportunidad así no se presenta muchas veces y aprecio enormemente que la vida me ponga en una situación parecida.  Si nuestras capacidades sociales son enormes y no nos cansamos a lo largo de toda nuestra vida de profundizar en ellas, de desear relacionarnos y de disfrutar haciéndolo, ¿porqué rechazar la capacidad de auto observación, la cual es también una característica de nuestra especie? Si en todo parece existir su opuesto, aunque esto sea mera ilusión, ¿por qué no balancearnos a ambos lados de la raya?


Hace mucho tiempo que me interesa el tema de la “conciencia”, esto es así desde que empecé a meditar y de hecho, si empiezas en la práctica de la meditación de una maner,a constante y a leer libros sobre este sujeto, tarde o temprano llegarás como se denomina en neurociencia  a “el problema difícil de la conciencia” el cual consiste para los científicos básicamente, en saber en qué parte de nuestro cerebro se encuentra ésta, para que sirve y porque la tenemos.  Este tema es fascinante y los seres humanos creemos que somos diferentes y mejores que otras especies por poseerla, (aunque delfines, chimpancés y elefantes entre otros animales también tienen esta cualidad)
Es gracias a la conciencia que me reconozco como un ser humano y a los demás en tanto que a semejantes. La conciencia es la base de la creación del “yo” y del “tú”. Y en esta separación puedes encontrar el origen de todos nuestros males y padecimientos. Para mí la conciencia más que una virtud como la presuponemos es una aberración de la mente humana, un defecto,  una desviación genética de la naturaleza, algo que muestra  que hemos evolucionado erróneamente, o directamente algo que nos indica que no pertenecemos a este mundo. Pero no deja de ser increíble que poseamos  un órgano como el cerebro capaz de investigarse a sí mismo, que puede escribir sobre sí mismo y que es capaz de reconocerse como algo independiente de todo lo demás.

Hay cientos de teorías provenientes del ámbito de la filosofía, de la sicología, neurociencia, parapsicología, religiones y movimientos espirituales para explicar el “problema difícil de la conciencia”, pero lo más interesante y ¡también divertido! es investigar todo esto por ti mismo. Para ello, necesitas entrenar tu mente en la contemplación y en la meditación, y tener mucha paciencia.
 Existen gran cantidad de libros escritos sobre este tema, pero a mí los que más me interesan son los que indagan en la conciencia a través de la meditación. La neurociencia y la práctica del budismo tienen muchos puntos en común, de hecho la neurociencia investiga desde hace años las mentes de los grandes meditadores, entre ellos el Dalai Lama que también asiste y participa en conferencias dónde se debate acerca de cómo la práctica de la meditación puede modificar nuestro compartimientos y hacernos más compasivos. Tanto para la neurociencia como para el budismo, la construcción del “yo” es una ficción. En el budismo es un tema candente este de la conciencia por varios  motivos. Una de las enseñanzas fundamentales del budismo y otras religiones o filosofías orientales como el Tao, es el aprendizaje del no-yo. En el budismo se insiste en la no existencia de un yo inmutable y permanente separado de todo lo demás. La creencia que tengo de mi mismo y de lo que soy es vista por el  budismo como una ilusión, una falsa creencia de la mente y por supuesto, el origen de todo sufrimiento. La idea del yo conduce al apego y al deseo de posesión. Y un objetivo de la meditación es observar todo esto,  cómo surgen y desaparecen  sensaciones, emociones y pensamientos, ver como vienen y devienen sin cesar y como la suma de todo ello somos “nosotros”. Y hasta ahí la cosa es fácil de entender, pero el problema no tarde en surgir y no hay charla con un maestro de meditación, dónde no aparezca siempre la misma cuestión: ¿Entonces quién es quien observa mientras medito si no existe un “yo”? En la neurociencia existe un vacío explicativo entre las funciones objetivas que se producen en el cerebro (conexión de redes neuronales, neurotransmisores, partes del cerebro activas) y nuestra experiencia subjetiva (como interpreto el mundo, y lo que creo ser).  En estados de meditación profunda dónde ya no existen pensamientos, ni emociones ni imágenes, sólo percepciones “tú” desapareces llegando al estado de vacuidad. No hay nunca que pretender alcanzar esto, ni nada sobre lo que leas como la iluminación el nirvana ni ningún otro estado de la mente indefinido, creo que con observar sin juzgar lo que ocurre es suficiente para llegar a comprender. Todo lo que viene después es un tanto inexplicable  en el sentido literal de la palabra porque además no tiene importancia.

Observar el comportamiento de tu mente (¡pero quien es quien observa carajo!)  es divertido y lo puedes hacer en cualquier lugar y en cualquier momento, y constituye la más profunda investigación del cerebro humano que se puede hacer. Puedes saber mucho más de psicología observando tu cerebro durante unos meses, que en cinco años de carrera. Y lo bueno de los seres humanos, es que nuestro comportamiento es tan similar de unos a otros, que en todos los casos y en todas las excepciones, puedes extrapolar todo lo que veas en tu práctica al resto de la gente. Todo lo que siente una persona por muy extraño y perturbador que parezca ya lo han sentido antes cientos de miles de millones de seres humanos.
La conciencia sólo sirve para ponernos límites, no nos ayuda a ser más felices, nos separa de los demás y nos lleva a falsas creencias que nos hacen sufrir. Es porque poseemos conciencia que podemos llegar a pensar: “esto que me pasa no es normal” “nadie me entiende” “soy diferente” “estoy solo” “esto que siento nunca acabará” Se han abandonado prácticamente las teorías que dicen que la hemos desarrollado  por una cuestión de supervivencia. Es evidente. Veo un documental sobre animales y me resisto a creer que nosotros seamos más inteligentes que ellos. Veo como los ñus de la sabana africana, cada año en el mismo mes, comienzan su periodo migratorio que durará varios meses más en busca de “pastos más fértiles”. Te explican como llevan a cabo este proceso en grupo y como avanzan a pesar de los peligros, pues el instinto de supervivencia y el cobijo de la manda es más fuerte que el temor. ¿Porqué esos animales saben lo que tienen que hacer para sobrevivir y yo con mi “fabulosa” inteligencia humana ¿no lo sé?
Es gracias a que poseo conciencia que puedo escribir aquí sobre ella, pero francamente, si pudiera elegir entre escribir este post o saber hacía que pastos más fértiles debo dirigirme ahora, preferiría esto último. En el budismo se entiende que los renacimientos en animales son nacimientos inferiores y que sólo se puede llegar a la iluminación siendo un ser humano consciente. Difícil creer esto. Para mí los animales son seres muchos más “puros” que la especie a la que yo pertenezco, y a veces bromeo diciendo: ‘”por favor, en mi siguiente "renacimiento", lo que sea menos volver a ser un ser humano. Incluso una piedra del río sería mucho mejor que volver  a tener esta forma, que volver a ser un ser consciente, separado de mis semejantes.
¿Quién observa? Cuando intentas responder a esta cuestión siempre aparece estorbando la visión dualista del hombre: mente y cuerpo, cuerpo y espíritu, el alma y la materia. Todas las personas percibimos, creemos o sentimos de alguna manera e independientemente de nuestras creencias, que somos más que un cuerpo físico. Ninguno de nosotros sabría decir porqué, aunque si eres una persona religiosa, probablemente te agarres a alguna de las enseñanzas de tu religión para explicarlo.  Pero los que no lo somos estamos... jodidos,   creo que soy más que los átomos que me constituyen, pero no sabría decir porqué…
 He leído que hay investigaciones de personas que por determinados daños cerebrales han perdido la capacidad de concebir el mundo como dual (izquierda, derecha, bueno, malo, arriba y abajo) por lo tanto cabe esperar, como dice el budismo que la realidad es sólo una y que es nuestra mente quien la divide. Entender esto puede ser complicadísimo es difícil de explicar  a través de nuestro lenguaje y sólo se puede llegar a percibir verdaderamente en  la práctica de la observación. Tú no eres más que una serie de agregados te dirán los budista: Un montón de partes que juntas son interpretadas por un nuestro cerebro como algo continuo y permanente. Y sin embargo la idea de que yo soy una cosa y mis pensamientos y mi cuerpo otra parece  real, imposible de creer que cuando muera lo que yo creo que soy desaparezca por completo, ¿morirá quien observa cuando mi cuerpo se apague?
Es una característica de la conciencia humana el hacernos creer que lo que sentimos y experimentamos es único y que nadie lo ha sentido nunca así y esto es dramático.
Hay que observar esto. Debemos observar nuestros cerebros, nuestros procesos mentales mientras estos ocurren, no frenarlos ni reprimirlos, ni mucho menos evadirlos porque nos asusten. No debemos huir, ni entretenernos.Hay que observar que ocurre en tu cuerpo cuando respiras, cuando te emocionas, después de hablar con una determinada persona. Observa que te pide tu cerebro para comer, observa cuando aparece el miedo y percibe como se va. Pero observar no es sicoanalizarte, no es querer dar una respuesta a cosas que no entiendes  ti. No es rebuscar en traumas, ni explicaciones.No existe discurso en la observación, ni juicios acerca de lo que ves. Pero a medida que avanzas en esta práctica tu comportamiento se modifica, sin darte cuenta y vas dejando de creer que esta tristeza, este miedo o esta alegría “soy yo”. Podría hablar de tantos procesos mentales que he visto aparecer y desaparecer en estos días, procesos mentales repitiéndose una y otra vez, emociones opuestas en pocas horas. Y como acabas por sentirte bien con todo ello. Como tu mente empieza a entender el proceso de causas y consecuencias, de acción y reacción. Cada día de tu vida puedes sentarte y dedicar 15 minutos a ver que te ocurre porque creedme, siempre te ocurre algo que no has visto. Levantarte y meditar antes de empezar a hacer todo lo demás, es lo mejor que puedes hacer para saber qué clase de día tendrás. Te sorprenderá ver de qué manera tu mente puede estar ya alterada desde primera hora de la mañana. Puede estarlo tanto, que rechace la idea de pararse a verlo, entonces te sentarás a observar y a los tres minutos te levantarás. Pero eso es suficiente. Podrás medir tus reacciones ese día y ser ecuánime con ellas.
Porque no sentirte bien es malo, pero no saber que te sientes así, es mucho peor.
Y cuando te levantes y antes de empezar a hacer todo lo demás, puedas observar tu mente durante 30 minutos y veas tranquilidad, te sentirás tan bien conociendo el estado de tu mente, que eso es lo que querrás dar a toda la gente que pase por tu camino ese día.

Porque vivir es maravilloso, pero saber que vives, es mucho mejor.
Y para algo teníamos que ser seres conscientes.



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Mis experiecias en la meditación:

10 días de silencio
http://quehagoaquienelmundo.blogspot.com.es/2013/01/10-dias-de-retiro-entre-la-luz-y-las.html

15 días  en un moasterio budista
 http://quehagoaquienperu.blogspot.com.es/2012/06/vivir-en-un-monasterio-budista.html

Que es meditar y que no
 http://quehagoaquienperu.blogspot.com.es/2012/05/que-es-meditar-y-que-no.html

Artículos sobre la conciencia:

http://www.dailymotion.com/video/xbsw8d_meditacion-y-aprendizaje-richard-da_school

http://www.blogger.com/blogger.g?blogID=1198229453310080172#template

http://pacotraver.wordpress.com/2010/03/24/el-problema-dificil-de-la-conciencia/

http://www.mindfulness-salud.org/novedades/richard-davidson-crea-el-centro-para-la-investigacion-de-mentes-saludables/